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Romantizar el trauma: El lado oscuro de la salud mental en redes
Cada vez más personas comparten en redes sociales su dolor emocional, sus traumas o luchas psicológicas con una honestidad que, en principio, parece sanadora. Y es cierto: hablar, expresar y dar visibilidad a lo que antes se silenciaba puede ser un acto profundamente valiente. Pero hay una línea muy fina, y cada vez más borrosa, entre sanar a través de la expresión y convertir el dolor en una identidad. En contenido. En juicio profesional, o incluso, en una especie de adoctrinamiento emocional.
Lo que está ocurriendo en plataformas como TikTok, Instagram o Facebook es un fenómeno que no puede seguir pasándose por alto. Lo emocional vende. Y si vende, se vuelve viral. Y esa viralidad trae consigo algo muy peligroso: validación emocional masiva. Miles de personas aplauden, comentan, se identifican contigo, con tus traumas y con tus supuestas condiciones mentales. Y eso, aunque parezca empático, puede convertirse en un ciclo vicioso: cuanto más compartes tu herida, más atención recibes. Y cuanto más te identificas con ese sufrimiento, más lo necesitas para sentirte visto.
Sin darte cuenta, quedas atrapado en el papel de víctima arrastrando además a otros contigo. Así, empezamos a vivir en una narrativa donde todo el mundo sufre de algo, donde todo lo que nos hacen se convierte en un trauma, y donde cualquier límite, error o rechazo se etiqueta como violencia emocional. El resultado es una sociedad hipersensible y sobreinformada, donde se valida más la emoción que la verdad. La llamada «generación de cristal» que no deja de estar construida sobre percepciones distorsionadas que jamás llegan a sanarse porque se glorifican.
Porque sí, romantizar el trauma es eso: convertir el sufrimiento en un relato atractivo, incluso en una marca personal. Te define, te da visibilidad, te da un lugar en el mundo. Pero el peligro no es solo que te lo creas. Es que empieces a verlo todo desde ese dolor, como si fuera lo único valioso en tu vida. Compartir puede ser terapéutico, pero la terapia real no es solo hablar. Es procesar, confrontar y reconstruir patrones. Y eso no siempre se ve bien en cámara, ni genera likes.
Y aquí viene el verdadero mensaje de esta reflexión: los traumas, los patrones, las heridas… y especialmente los trastornos mentales, deben ser diagnosticados por profesionales. Por personas que han dedicado años de su vida a estudiar el comportamiento humano y que tienen las herramientas para ayudarte de verdad. No por «influencers» de poca monta que reducen condiciones complejas como el TDA, TDAH, ansiedad, autismo o depresión a una lista de síntomas generales y virales, reforzando la idea de que cualquiera puede autodiagnosticarse en tres clics y una canción triste de fondo.
Esto no es un juicio a quien comparte su dolor, al contrario: es un llamado a la conciencia. Es necesario hablar de salud mental. Pero no hagamos de ella una estética. Ni una marca personal. Porque si todo se convierte en trauma, y todo trauma se convierte en contenido, acabamos atrapados en una rueda que solo perpetúa el sufrimiento.
Todos somos producto de nuestra historia, sí. Pero eso no significa que toda emoción que sientes es necesariamente válida. Hay que hacer un esfuerzo de perspectiva, porque tu percepción puede estar distorsionada, condicionada o cegada por el miedo. Sentir algo no lo convierte en verdad. Un ejemplo crudo, pero necesario: un asesino puede sentir placer al matar, pero ese sentimiento no es válido ni aceptable, aunque para él sea “real”. La validez emocional necesita contexto, responsabilidad y, sobre todo, límites.
Desde PROGRAMATE TU, te invitamos a un ejercicio profundo de autocrítica. No todos tus síntomas tienen por qué tener nombre. No todo lo que duele es trauma. Y no todo lo que sientes necesita ser compartido. A veces, lo más valiente no es contarlo, sino pedir ayuda. Profesional. Honesta. Real.
No eres lo que te pasó. Eres lo que eliges hacer con ello. Compartir tu dolor puede ser un paso, pero nunca debe ser el único. Sanar es dejar de repetir la historia. Es avanzar. Es dejar de vivir desde la herida. No busques likes. Busca guía. Diagnóstico. Verdad. Y, sobre todo, permítete ser alguien más allá de tu trauma.
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